sábado, 7 de agosto de 2010

Vladimir Herrera


Vladimir Herrera nació en Lampa (Puno - Perú) en 1950. Junto a Jorge Pimentel, Enrique Verástegui y José Watanabe, forma parte de la generación del 70. Luego de publicar Mate de Cedrón, en Lima en el año de 1974 viaja por Lisboa, Roma, París y Barcelona donde vivió muchos años. Trabajó en las revistas Trafalgar Square y Celos. Fundó la editorial Auqui y tuvo una amistad especial con Enrique Vila-Matas, además de frecuentar con Julio Ramón Ribeyro, Roberto Bolaño, Octavio Paz. En 1980 viaja a México gracias a una beca de su Instituto Nacional de Bellas Artes. Allí trabaja junto con con Tamara Kamenszain y Alberto Blanco. Además Mate de cedrón, publicó obras como: Del verano inculto (Valencia, 1980), Pobre poesía peruana (Barcelona, 1989), Almanaque (Barcelona, 1990), Kiosco de Malaquita (Barcelona, 1993) y una antología denominada Poemas incorregibles (Barcelona, Tusquets editores, 2000). Actualmente vive entre el campo en su hacienda en Urcos, cerca de la ciudad del Cusco, Barcelona y México.
Se le considera de la generación del 70 por estar íntimamente ligado al grupo Hora Zero (al cual Herera no se cansa de negar). Es allí donde publica su primer poemario que serán unos versos extraños por contener elementos andinos y diferentes a su generación, dejando un halo de misterio en torno a él, luego de su partida a Europa, donde cultivaría el neobarroco, siendo de esta manera siempre distinto.
La mayoría de críticos considera al poeta dentro del neobarrroquismo peruano, aunque cabe resaltar que Alfredo Herrera divide la poesía de Vladimir Herrera en dos: La poesía de Vladimir Herrera está claramente marcada en dos etapas o partes. La primera es muy juvenil, aunque no inmadura, y se manifiesta en su primer libro, Mate de cedrón (1974) y la segunda va desde su segundo libro, Del verano inculto (1980), en el que demuestra una sorprendente madurez barroca.
De hecho, en Mate de Cedrón el elemento andino está presente en su poesía: Ya no somos los nuevos santos de otoño/ creciendo junto a las retamas/ Parte de tu mensaje/ lo que dijo la coca/ lo que calló la tierra./ La adivinanza de las hojas/ de coca sobre el sombrero/ no somos.
Sobre su etapa neobarroquiana se muestra a partir de Del verano inculto donde está presente la influencia del Westphalen, Msrtín Adán, Lezama Lima y Rubén Darío a quienes él mismo admite como claras influencias.
El polémico libro Aquí No Falta Nadie de Walter Bedregal (antología de poesía puneña) sitúa a Vladimir Herrera como uno de los más grandes poetas puneños, después de Oquendo, que trascienden las fronteras altiplánicas. Cita a La selva del espejo: la poesía de Vladimir Herrera de Helena Usandizaga para su análisis. En él, sobresalen el contexto en el que Herrera trabaja su poesía (principalmente “Mate de Cedrón”) y la influencia que sus avatares en Barcelona causaron en él:
La sensibilidad de la generación del 70 en un ámbito general latinoamericano y la poesía de Vladimir Herrera se pueden leer con un trasfondo común. No pretendo, sin embargo, hablar de movimientos o tendencias, pues creo que es más iluminador hablar de casos. […] la sensibilidad de esta época la determinan también las drogas, la música beat y sus grupos emblemáticos, y las presencias de Allen Ginsberg en Lima y Jack Kerouac en el Cusco; y porque no, también en Cusco, Dennis Hopper con el rodaje de The Last Film, en 1968. Como sugieren estas anécdotas, no sólo en Lima ocurren cosas: en el Cusco, el poeta Américo Yábar da un recital esposado, protegido por el cholo Nieto, Raúl Brozovich se pasea con Jack Kerouac por la plaza de Armas. De este momento, de esta sensibilidad, salen dos libros destacables, que son dos grandes libros de la época: En los extramuros del mundo (1971), de Enrique Verástegui, y Mate de Cedrón (1974) de Vladimir Herrera.
Bedregal y varios críticos consideran a Herrera como un poeta neobarroco y puneño trascendente:
La poesía de Herrera posee además, una densidad semántica muy elaborada y notoria pues, verso a verso va consolidando el poema como quien encaja engranajes para girar una aguja, o lo que en conjunto sería un intento por ser diferente a los poetas que por aquella época hacían poesía. Tal vez por eso Vladimir Herrera se constituye, luego de Oquendo, en una de las primeras voces en trasuntar nuestras fronteras altiplánicas para llevar al resto del mundo la existencia de un espacio poético como Puno, y, no solo eso, sino también cuenta el hecho de que haya estado al lado de grandes autores y, también haber sido reconocido y estudiado por su labor con la palabra, por ese acceso al neobarroco sin desprestigio lírico. Pero quizá se considere bastante su viaje a Europa y su roce con otros poetas, tal como lo señala la misma Usandizaga:
Este momento (el de la aparición del poeta Herrera) también se convierte en uno de conexión latinoamericana y europea. Acuden a Lima escritores europeos y latinoamericanos; y luego, debido al éxodo tras el primer momento de relación con la revolución peruana y sus órganos periodísticos, se genera un circuito que se amplía por la errancia latinoamericana de la época. En el caso que nos interesa, hay que hablar de los chilenos en México y Barcelona: Roberto Bolaño, Bruno Montané, Mario Santiago. En Barcelona se aglutinan con ellos peruanos como Américo Yábar y Vladimir Herrera, y por un momento el propio Verástegui, mexicanos como Orlando Guillén, y españoles como Enrique Vila-Matas y Cristina Fernández Cubas. Más tarde en México, Vladimir Herrera trabajará en un taller de poesía o comparte lectura y escritura con los mexicanos David Huerta y Alberto Blanco, y los argentinos Tamara kamenszain y Hector Libeertella; a la vuelta a Barcelona se amplía este horizonte poético no generacional, donde estaría también Oswaldo Lamborghini.
La crítica se ocupó considerablemente de Vladimir Herrera. Julio Ortega, Mirko Lauer, Américo Ferrari y Efraín huertas son algunos de ellos. Pero no será hasta la edición de Poemas Incorregibles (2000) perteneciente a la colección Nuevos Textos Sagrados de Tusquest Editores que el poeta se consolidad como una de las principales voces peruanas y de la lengua española.
Finalmente, De Vladimir Herrera podemos afirmar la trascendencia de su poesía, que trasunta las fronteras altiplánicas. Su poesía es considerada regional no solo por un “accidental” nacimiento en Lampa, pues en su obra está presente el elemento andino. Cultiva una poesía neobarroquiana. Fue antologado junto a Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez (Premio Nobel de Literatura), Virgilio Piñera, etc., hecho que resalta su trabajo y dedicación por la poesía.


PRIMER POEMA MENOR


Podemos desmembrar
tumbar todavía de un soplo
los álamos
que dan cara
y/o sombra
al presente
todavía lleno
de juramentos
o
bien dicho
de bendiciones
o mejor dicho:
porfiadamente presente
con pelos
en
la
lengua
y telarañas
todavía
como un camino de malvas;
es martes
hace un año


SEGUNDO POEMA MENOR

Gota cálida, casual
interuumpida
de risa, de agotamiento
el azar revolcada
por el ojo
ser distante
que aroma los pasos
o recoje
el humo
exacto
el hilo de metal del humo exacto
pausada
intacta
coordenada de sexos
al fondo de ojos azules
casi desechos por las equis
o la risa ardorosa
y la saliva ardorosa
que persuade o violenta
cuerpos
ubicados del aroma
al final
y el silbido
de la noche vulgar
gota
rueda
de pedazo
cal inexplicable de
carne garganta
hueco voluminoso
feliz de odios
quizá lactancia
o aro vegetal
o insomnio
tal vez
quizá
siempre
lactancia
pretexto para el ejercicio del amor
y los otros ejercicios de la danza
del pez hipnotizado de los sueños,
repito gota cuerpo sin embargo sepultando
el presente
ubicando
una vez
otra vez
dos veces el presente
ubicuo
textual
argumental acaecido
diríamos




POEMA

“Cada uno cuide de su entierro que imposibles no hay”. Frase
póstuma de Quincas Berrido Dagua según Quietaría que estaba
a su lado.
Jorge Amado

No nací para le guerra
ni el amor,
Y mos ojos no fueron estos días
yemas adoloridas,
Ni siquiera la locura invadió mis sembríos,
Y no canté, ni escribí, ni leí.
Algún momento atiné a dormir sobre mí,
sobre mis tardes,
Algún momento moví la cola como un perro
y fui feliz
riéndome
sin ocultarme.
Pero no subí a las tribunas, ni trabajé
ni mantuve a mi mujer, ni tuve unos hijos;
Sólo El Canto de la Fragua fue conmigo
el amor repleto de peces muertos
y solamente permanecí desnudo ante la lluvia
que muere tras los espejos ;
Y solamente yo
Ebrio
Sin haberme movido de esta tierra
con flores que viste o arruma el frío.



ESCENA

Todos tienen su mujercita
La más triste pobre y sucia mujercita
Pero la tienen y la mantienen
Y la muestran en la calle o la ocultan en la casa.
Muchos se casan y son hijos o padres o esclavos
Otros buscan otra mujer siempre
y van solos de negro en las procesiones
o llevan flores en la solapa
y saben que la procesión va por dentro
O hacen anotaciones en libros grandes como plazas.
Son poetas. Escriben poemas
Y tienen y no tienen su mujercita /vaya derecho,
En cambio los que se van, los que todo el año
miran el rostro de las muchachas
los que sin alharaca parten,
Los que no tienen una pálida mujercita en la cocina
- porque después de todo no tienen nada –
Esos, los poetas de marras los aquelarres, están solos
Aquéllos
Sólo tienen la boca de la reina Victoria para besar
para morder
y la muerden
pero viven lejos de su reino
deseando.