sábado, 3 de noviembre de 2012

Batman: The Dark Knight Rises, tras la máscara


No se podía esperar menos de Nolan. Cintas como Memento  u Origen, donde se plantean problemas de la mente, de la memoria en la primera y, épicamente, del recuerdo en la segunda; han hecho de él un director que brilla con luz propia por la manera personal de tratar sus películas: Con una carga psicológica, el otro lado del ser humano. Dejar una trilogía en manos de Nolan, una trilogía del héroe de un cómic, es algo que se espera ¿Cómo lo resuelve un director serio, que pone en manifiesto el lado humano, psicológico de sus personajes? ¿Optaría por la ficción exagerada de Burton? ¿Cómo se tomaría la ficción de un cómic? Con cierto realismo, si no fuera por la capa y la siempre oscura Gotham; un realismo que nos permite llegar incluso a la carga política de la que Zizek escribe. Otra cosa a destacar del título es la capacidad de Nolan de escapar al héroe de la máscara y presentarnos a personajes con dilemas éticos. Wayne llega incluso a antihéroe. La humanización de Batman, del héroe, la no idealización de los personajes sitúa a la trilogía en cine de vanguardia.
En la tercera entrega, Ocho años después de los sucesos de Joker, se ve a un Wayne autoexiliado en su propiedad. Su inversión en una planta generadora de energía fue cerrada por traer consigo el peligro de una explosión nuclear. Aparece Miranda, quien quiere apoyar a Wayne en su trabajo filantrópico y su regreso a la sociedad. Después de la muerte de Dent, quien ya se ha vuelto un mito, el mito de la moralidad, el comisario Gordon no se siente preparado (o siente que la ciudad no lo está) para decir la verdad. La mentira sobre la culpa que recae en Batman sigue vigente. El “villano” aparece encarnado en Bane, otro miembro de la Liga de las Sombras, quien se encarga de enfrentar directamente a Wayne mediante la Wall Street, donde reduce su riqueza. Wayne le da el liderazgo de sus empresas a Miranda y vuelve a ser Batman. Bane lo reduce y lo encierra en una prisión profunda de donde cuentan, solo un niño pudo salir y se presume a lo largo de la cinta que fue Bane. Destaca también Kyle, la gata ladrona que roba solo a los ricos y traiciona a Batman al entregárselo a Bane.
Con Wayne encerrado, Bane toma el poder de Gotham, se apoya en una nota de Gordon donde confesaba la verdad sobre Dent. Al caerse el mito de la moralidad que éste encarnaba, Bane libera a los prisioneros bajo la Ley Dent. Y empieza una revuelta y acorrala a las fuerzas del orden en túneles subterráneos.  Bane también logra poseer la planta generadora de energía de la compañía de Wayne, convertida ahora en arma nuclear. Luego de intentos fallidos, Wayne logra salir de su profunda prisión. Al ir al rescate de Gotham se enfrente a Bane, pero se ve traicionado por Miranda quien lo apuñala y lo deja herido. Se devela que no fue Bane quien logró salir de la prisión, sino Miranda, hija de Al Ghul, ex líder de la Liga de las Sombras. Más bien Bane fue quien la ayudó, dejándose golpear por quienes querían impedírselo. Kyle, la gata, ahora se une a las fuerzas del orden y ayuda a Batman.
Finalmente, al más puro estilo mesiánico, Batman se inmola trasladando el arma nuclear de Gotham al mar y para pintar más la figura, luego de su presunta muerte, se le ve tal como Alfred se lo imaginó, con una compañera y a colores.
La cinta no es decepcionante, considerando la carga que tenía encima: dos entregas previas épicas. Desde las primeras secuencias, se deja notar una fotografía memorable. El tiempo es justo, casi tres horas. La historia va acompañada por la banda sonora de Hans Zimmer, con su talante wagneriano y silenciosamente omnipresente.
Pero es necesario adentrarnos un poco en los significados que Batman encierra. Recordemos la segunda entrega con un Ledger relevante, a cuyo personaje (Joker) Zizek, no dudó en compararlo con Assange: “El Joker quiere revelar la verdad detrás de la máscara, convencido de que esto va a destruir el orden social”. Claro está, los Wikileaks y la máscara detrás de quienes manejan el orden social, la verdad que tras ello se esconde.  Y, es cierto: “la moraleja tras la película es que la mentira es necesaria para mantener la moral pública”.
Hay una nueva moraleja occidental en la tercera entrega, una analogía entre la revuelta de Gotham y el movimiento OWS (Occupy Wall Street), un mantenimiento del orden social, un Bane profundo y un Wayne mesiánico.
Fuente: The Guardian
No se tardó Zizek en resaltar las semejanzas entre la revuelta de Gotham y los acontecimientos del movimiento OWS. La cinta, según Nolan solo trata de ver la realidad de forma “honesta”, comillas de Zizek. Además  “la película ridículamente tergiversa sus objetivos y estrategias”. OWS es el grupo más resaltante de Estados Unidos, que tuvo trascendencia en más de cincuenta ciudades. Ocuparon el distrito de Wall Street para protestar contra el poder de las empresas y que terminó con 700 personas detenidas, clara está su carga de violencia. Según Zizek “El problema de la película es que traduce erróneamente esta violencia en terror asesino”
Al margen de ello, es cierto que The Dark Knight Rises tiene una carga ideológica significativa; pero no es la única cinta. No es extraño que en el cine occidental se haya combatido, primero con un demente perverso y luego con un terrorista sin límites para mantener el orden. Lo que diferencia a Batman es que el terror, encarnado en Bane, no se lleva solo a cabo por él, los revoltosos no son anónimos, extranjeros; sino se sitúan dentro de la misma ciudad y son la gran mayoría, su tarea es derrocar las élites de la sociedad, incluso realizan juicios populares donde las únicas sentencias son la  vida o la muerte. La imagen es clara. Bane es, también, un hombre motivado por el amor, en oposición a Wayne,  lo que profundiza Zizek con una comparación del Che. Además, tiene el poder de manejar masas, he ahí su principal amenaza.
Batman refleja tiempos actuales. Evidentemente Nolan se sostiene en la ficción para decidir las analogías. La cinta posee personajes con dilemas éticos, resoluciones peligrosas, una inmolación y un público que lo asume.