jueves, 5 de agosto de 2010

La teta asustada: Un universo de contrarios


La teta asustada es tal vez la cinta mejor lograda en el Perú. Nominada al Óscar, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín, plantea la lucha de Fausta (Magaly Solier) contra sus miedos, producto de la secuela dejada por la guerra interna que se vivió en el Perú. Bajo la dirección de Claudia Llosa, la cinta se hace notoria no sólo por poner en el tapete del cine global, un tema nuevo, extraído de la cultura andina: un mal con ciertos aires de realismo mágico; sino por la abundancia de contraposiciones en ella hallada que hacen de la cinta un universo de lucha de contrarios constante, que demostraremos en el presente artículo.
La cinta se inicia con la madre de Fausta cantando sus últimas letras: la de su abuso. El espacio es andino; la cama, el idioma, los personajes lo hacen así. Emerge Fausta y completa la canción. Su forma de expresión es heredada. A través de la ventana, el contraplano se deja ver gradualmente: Lima desolada. La anciana muere. Se abre la película. Esta primera escena se abre, desde ya, con un espacio andino que es contrapuesto por el espacio costeño.
Posteriormente se muestra un personaje que contrastará con el de Fausta. Máxima se ve ocupada en alargar la cola del vestido de su matrimonio. La contraposición nace: Fausta busca un ataúd y la forma de llevar a su madre a su pueblo natal para enterrarla y Máxima hace los preparativos más excéntricos y huachafos para su matrimonio. Muerte-matrimonio, desesperanza-esperanza se contraponen a lo largo de las acciones que desarrollan este contenido.
El doctor al analizar a la protagonista por un desmayo, descubre una papa en su vagina. Fausta sangra porque tiene los capilares débiles, según su tío es por el mal de la teta asustada, el médico afirma que tal mal no existe: Se evidencian así dos enunciados contrapuestos: el de la costumbre, saber popular y ciencia académica, para dar explicación a este mal.
Lúcido cava un agujero para enterrar a la anciana, pero es detenido por Fausta con su petición para llevarla a su pueblo natal y no enterrarla allí. Este agujero servirá luego como una piscina de diversión para los niños. Aquí observamos cómo un elemento destinado inicialmente a un fin mortuorio se convierte en otro totalmente contrapuesto: un elemento infantil lúdico, que dicho sea de paso aumenta el carácter irónico de la sociedad emergente limeña explotando sus costumbres hasta llevarla a la decadencia humorística ¿humor negro?
Algunos antagonismos livianos de la película se muestran en: La paloma de papel que Fausta construye con la receta médica, se hunde en el agua, lo que simboliza su alma. Pero ella verá las palomas de su prima ejerciendo su capacidad de volar. Esto emprende su fase de transformación. También cuando el vestido nuevo se pone sobre el ataúd de su madre, construyendo un contraste innecesario.
La historia ahora tiene nuevos personajes a raíz del trabajo obtenido por la protagonista, quien necesita el dinero para enterrar a su madre. Este nuevo escenario se abre, no podía ser de otro modo, con otro contraste, en este caso exagerado: La puerta de la mansión de Aída, un lugar con jardines e inmuebles coloniales, divide este espacio con un mercado urbano y muy desordenado afuera. La naturaleza de la mansión contrasta con el desorden urbano externo. Este efecto se consolida con el uso del sonido, que afuera es alto y desordenado, pero al cerrar la puerta, el silencio se presenta abruptamente. Esta contraposición es forzada, pues la ubicación de la casa es incoherente.
En la casa de Aída, se hace evidente el trauma de Fausta al ver la foto de un militar y a Aída sosteniendo una herramienta en forma de un arma. El personaje sangra otra vez y tiene el canto como forma de enclaustramiento en su mundo, la conexión con su idioma y con su madre. Luego corta los brotes de la papa insertada lo que confirma que la papa insertada no es sólo metáfora.
Las bodas festejadas son de por sí una respuesta al espacio de la Lima desolada. Los pobladores, pese a su contexto, celebran un matrimonio de lo más pintoresco que no hace otra cosa más que ridiculizar las costumbres de los personajes. Esta contraposición se concretiza con la foto que quizá resume todas las contraposiciones. Es la más tangible y despega cierto humor en el espectador, con una moral intención de evitar una sonrisita de los “indios que viven en Lima”: La foto enorme de fondo donde se observa un oasis, para que los asistentes posen para las fotos, que contrasta con la Lima desolada.
Paralelamente Fausta, al trabajar en la mansión de Aída, contrasta con esta pues la artista (Aída es una pianista) ve agotada su creatividad para las composiciones de su próximo recital y ve en las canciones de Fausta, material nuevecito y plagiable. En este escenario se contraponen también los clásicos elementos de la literatura indigenista: El blanco y el indio. El primero – Aída – utiliza sus artimañas para engañar al segundo – Fausta –, quien confiando en su palabra es engañado. Para el caso, la pianista le ofrece perlas a la protagonista, cuyo nombre no es arbitrario, pues como Fausto, negociará su alma con Mefistófeles. La primera canción habla claramente de ello: “Cuánto durará el contrato con esa sirena, de un campo oscuro tiene que coger un puñado de quinua (he aquí otra contraposición, pues el trato se hace con perlas occidentales que simbolizan lo mismo que la quinua andina) para esa sirena”. En la cultura andina existe la creencia de que algunos músicos pactan con las sirenas como si lo hicieran con el diablo; ellas les afinan los instrumentos o les otorgan un don a cambio de su alma. Hay, por lo tanto un aparente trato inicial que se muestra con el contraste de igual a igual entre Aída y Fausta cuando recogen las perlas caídas. La toma lo evidencia así, cada una a un lado se va acercando al foco, la lentitud de esta escena no es casual. El trato es aparente porque Aída luego de realizar su concierto abandona a Fausta, la traiciona, la engaña, le miente y la deja abandonada. Pero finalmente Fausta se queda con las perlas, lo que hace tácita la resolución del problema y constituye el error grave de la cinta en cuanto a acciones.
Una contraposición metafórica y visceral del film, se da cuando la prima de Fausta, Máxima, pela una papa para demostrar que está lista para el matrimonio. Lo que aquí simboliza la papa es lo contrario a lo que la misma papa simboliza en Fausta. En ella es un cadáver que contiene todos los recuerdos y simboliza su escudo y protección ante sus miedos. En Máxima es el símbolo de una nueva vida.
Pero, al analizar las escenas y toparse con un sinfín de contraposiciones que muestran en la cinta una lucha constante de elementos. Encontramos un aliado de Fausta, el jardinero. Sólo él es un nuevo personaje aceptado por la protagonista ¿Cuál es el medio? La forma en que el jardinero tiene acceso al mundo de Fausta es por medio del su idioma, el Quechua. Es la lengua lo que representa una cultura y su mundo interno. Es el jardinero a quien finalmente Fausta abraza y quien la rescata con sus perlas en mano. Fausta está viva. Finalmente deja a su madre en el mar para que le lave las penas.
Comentario aparte, no se puede escribir de la actuación de los actores pues deja mucho que desear, ni del manejo de los diálogos, ya que éstos se prestan para un análisis discursivo; pero con un simple vistazo se puede observar que en cuanto al manejo de diálogos se ha tratado al personaje indio como un objeto hilarante de la pobreza, bastaría citar algunas conversaciones, pero ese asunto se presta para un trabajo que no compete al tema aquí abordado.
Los tonos pálidos de la cinta le otorgan un ambiente de miseria, se le suman los fotogramas cortados a raíz de la predominancia del acercamiento de las tomas para mostrarnos un mundo más interno de los personajes. La música es exacta, la Chicha expresa perfectamente el mundo de los suburbios de Lima. El uso del canto de Fausta es para muchos exagerado. En el mundo andino la música es una forma de expresión constante, visto desde ese punto, el canto de Fausta, incluso mental, no es exagerado.
Como se ha visto, las contraposiciones en la cinta de Claudia Llosa son abundantes y le otorgan contenido y razón a las acciones, aunque algunas son forzadas o llevan las acciones a un cierto grado de extravagancia y muestran un Perú lleno de contrastes. Me he centrado en este aspecto de la película por la carga simbólica en las cintas de Claudia Llosa. Mediante estas contraposiciones, la cinta va desarrollando varios ejes que hacen de la película una constante lucha de contrarios. Esto genera el conflicto y desencadena el problema para llegar a su resolución final. El fin del eje principal es el nacimiento de Fausta, y la victoria de la vida sobre la muerte; para ello se contrapondrá principalmente a lo que conlleva sus miedos: La papa (y su carga simbólica) finalmente termina erguida, floreciendo y libre.