viernes, 6 de agosto de 2010

Jean-Pierre Jeunet: Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (Amelie)


“Una chica normal se arriesgaría a llamarlo. Lo citaría para darle el álbum y sabría si valía la pena seguir soñando. Se enfrentaría a la realidad. Pero eso es lo último que quiere Amelie”
Amelie llora, ahora le toca llorar ¿Quién le ayuda a ella?. Ellos (los desadaptados) forman un círculo donde sólo ellos parecen haber creado su propio código. El caso de Amelie no nace de un mal congénito, ni un retraso. Es la desadaptación pura a su medio social. Amelie nació sumamente normal. Pero la “excepcional intimidad” cuando su padre escuchaba su corazón en su examen médico le hizo creer (a su padre) que tenía una anomalía cardiaca, pues el corazón le comenzaba a latir más apresuradamente. Así que Amelie no va a la escuela, ergo no tiene una sociedad normal. A esto se suma la ¿traumática? muerte de su madre y el intento de suicidio de su pez (¿humor del realismo mágico?)
Amelie cambia su vida al tener un accidente que la motivara a ayudar a los demás. La cinta es una poesía a la inocencia que encierra cierta dosis de gracia e ironía. Lo evidencian los detalles como los gustos simples dentro de una cotidianeidad que más que rutinaria parece ser exquisita. A ella le gusta volverse y mirar la cara de los demás en el cine, cultiva los pequeños placeres: Meter la mano en un saco de cereales. Romper la crema catalana con la cucharita.
Amelie no es normal, por ello su círculo tiene las mismas cualidades: El pintor, huraño, un solitario ermitaño que vive su vida en una habitación. Su vida es la pintura, ellas parecen mirarle a los ojos. El hijo del verdulero quien tiene cierto retraso y es amigo del pintor. A Amelie le faltaron amigos Al pequeño Nino le sobraban (se produce un flash back a la niñez de Nino cuando los demás niños abusaban de él). Ella se enamorará de él pero su camino no es el de una mujer, sino el de una niña. Sus artimañas inocentes e inteligentes empiezan a funcionar, no sólo en su camino hacia Nino, sino también en su afán de una tarea simple: Ayudar a los demás.
Lo romántico, lo inocente, y hasta el producto de lo perspicaz, cierran la cinta, no se produce un beso “normal”, eso le quitaría la coherencia de Jean-Pierre Jeunet. Amelie lo besa en las mejillas y en la frente. Él hace lo mismo. La intención del director es evidente.
No toda persona que no tuvo una sociedad es mala, al parecer también puede producir todo lo contrario. La explicación del comportamiento se presta a un análisis psicológico que requiere más líneas.
La música de Tiersen no queda al margen. Temas como “Comptine d’un autre été : l’après midi” o “Rue de cascades” quedaron antologados hasta ser el primero de ellos conocido simplemente como “Amelie”