Mucha está gente comentando sobre la gran película de culto que rompe esquemas y, según Butters, es comparable a Bob Dylan o el mismísimo Beethoven
FALACIA Nº 1: ¡Pero es ficción!
Es obvio que La paisaja Jacinta es ficción, el problema es que las vestimentas que posee representan necesariamente una realidad.
FALACIA Nº 2: Pero entonces "Machín" que hace tonterías representa al costeño y no dicen nada.
Por supuesto, porque estos personajes no representan al costeño, sino a su diversidad ya que la costa es representada por una amplia gama de personajes ¿por qué tendría que representarlos Machín si abundan los costeños de todo tipo en la televisión?
FALACIA Nº 3: Entonces Salvador del Solar en Pantaleón y las visitadoras denigra a la mujer de la selva.
En la película de Lombardi se representa a la prostituta de la selva, no a la mujer de la selva. Hay que ser ingenuos para no ver esto. Lo mismo que la falacia dos: No porque se vea un militar así se pensará que todos los militares serán así ¿Por qué? porque los militares están representados en todas sus formas.
EN EL CASO de La Paisana Jacinta: No se ve en medios masivos a la mujer andina en toda su diversidad, por lo tanto quien asuma su vestimenta necesariamente tendrá una carga simbólica, de representatividad. Si este personaje es deforme negativamente, su efecto será la generación de estereotipos que provocan prejuicios y racismo.
Rendezvous
viernes, 8 de diciembre de 2017
miércoles, 18 de mayo de 2016
sábado, 12 de marzo de 2016
Qué es la Literatura
sábado, 3 de noviembre de 2012
Batman: The Dark Knight Rises, tras la máscara
No se podía esperar menos de Nolan. Cintas como Memento u Origen, donde se plantean problemas de la
mente, de la memoria en la primera y, épicamente, del recuerdo en la segunda;
han hecho de él un director que brilla con luz propia por la manera personal de
tratar sus películas: Con una carga psicológica, el otro lado del ser humano.
Dejar una trilogía en manos de Nolan, una trilogía del héroe de un cómic, es
algo que se espera ¿Cómo lo resuelve un director serio, que pone en manifiesto
el lado humano, psicológico de sus personajes? ¿Optaría por la ficción
exagerada de Burton? ¿Cómo se tomaría la ficción de un cómic? Con cierto realismo, si no fuera por la capa y la siempre oscura
Gotham; un realismo que nos permite llegar incluso a la carga política de la
que Zizek escribe. Otra cosa a destacar del título es la capacidad de Nolan de
escapar al héroe de la máscara y presentarnos a personajes con dilemas éticos.
Wayne llega incluso a antihéroe. La humanización de Batman, del héroe, la no
idealización de los personajes sitúa a la trilogía en cine de vanguardia.
En la tercera entrega, Ocho años después de los sucesos de
Joker, se ve a un Wayne autoexiliado en su propiedad. Su inversión en una
planta generadora de energía fue cerrada por traer consigo el peligro de una
explosión nuclear. Aparece Miranda, quien quiere apoyar a Wayne en su trabajo
filantrópico y su regreso a la sociedad. Después de la muerte de Dent, quien ya
se ha vuelto un mito, el mito de la moralidad, el comisario Gordon no se siente
preparado (o siente que la ciudad no lo está) para decir la verdad. La mentira
sobre la culpa que recae en Batman sigue vigente. El “villano” aparece
encarnado en Bane, otro miembro de la Liga de las Sombras, quien se encarga de enfrentar
directamente a Wayne mediante la Wall Street, donde reduce su riqueza. Wayne le
da el liderazgo de sus empresas a Miranda y vuelve a ser Batman. Bane lo reduce
y lo encierra en una prisión profunda de donde cuentan, solo un niño pudo salir
y se presume a lo largo de la cinta que fue Bane. Destaca también Kyle, la gata
ladrona que roba solo a los ricos y traiciona a Batman al entregárselo a Bane.
Con Wayne encerrado, Bane toma el poder de Gotham, se apoya
en una nota de Gordon donde confesaba la verdad sobre Dent. Al caerse el mito
de la moralidad que éste encarnaba, Bane libera a los prisioneros bajo la Ley
Dent. Y empieza una revuelta y acorrala a las fuerzas del orden en túneles
subterráneos. Bane también logra poseer
la planta generadora de energía de la compañía de Wayne, convertida ahora en
arma nuclear. Luego de intentos fallidos, Wayne logra salir de su profunda
prisión. Al ir al rescate de Gotham se enfrente a Bane, pero se ve traicionado
por Miranda quien lo apuñala y lo deja herido. Se devela que no fue Bane quien
logró salir de la prisión, sino Miranda, hija de Al Ghul, ex líder de la Liga
de las Sombras. Más bien Bane fue quien la ayudó, dejándose golpear por quienes
querían impedírselo. Kyle, la gata, ahora se une a las fuerzas del orden y
ayuda a Batman.
Finalmente, al más puro estilo mesiánico, Batman se inmola
trasladando el arma nuclear de Gotham al mar y para pintar más la figura, luego
de su presunta muerte, se le ve tal como Alfred se lo imaginó, con una
compañera y a colores.
La cinta no es decepcionante, considerando la carga que
tenía encima: dos entregas previas épicas. Desde las primeras secuencias, se
deja notar una fotografía memorable. El tiempo es justo, casi tres horas. La
historia va acompañada por la banda sonora de Hans Zimmer, con su talante wagneriano
y silenciosamente omnipresente.
Pero es necesario adentrarnos un poco en los significados
que Batman encierra. Recordemos la segunda entrega con un Ledger relevante, a
cuyo personaje (Joker) Zizek, no dudó en compararlo con Assange: “El Joker
quiere revelar la verdad detrás de la máscara, convencido de que esto va a
destruir el orden social”. Claro está, los Wikileaks y la máscara detrás de quienes
manejan el orden social, la verdad que tras ello se esconde. Y, es cierto: “la moraleja tras la película
es que la mentira es necesaria para mantener la moral pública”.
Hay una nueva moraleja occidental en la tercera entrega, una
analogía entre la revuelta de Gotham y el movimiento OWS (Occupy Wall Street),
un mantenimiento del orden social, un Bane profundo y un Wayne mesiánico.
Fuente: The Guardian |
Al margen de ello, es cierto que The Dark Knight Rises tiene una carga ideológica significativa; pero
no es la única cinta. No es extraño que en el cine occidental se haya
combatido, primero con un demente perverso y luego con un terrorista sin límites
para mantener el orden. Lo que diferencia a Batman es que el terror, encarnado
en Bane, no se lleva solo a cabo por él, los revoltosos no son anónimos,
extranjeros; sino se sitúan dentro de la misma ciudad y son la gran mayoría, su
tarea es derrocar las élites de la sociedad, incluso realizan juicios populares
donde las únicas sentencias son la vida
o la muerte. La imagen es clara. Bane es, también, un hombre motivado por el
amor, en oposición a Wayne, lo que
profundiza Zizek con una comparación del Che. Además, tiene el poder de manejar
masas, he ahí su principal amenaza.
Batman refleja tiempos actuales. Evidentemente Nolan se
sostiene en la ficción para decidir las analogías. La cinta posee personajes
con dilemas éticos, resoluciones peligrosas, una inmolación y un público que lo
asume.
jueves, 26 de abril de 2012
Haneke: La Pianista
Hay otro cine que esquiva lo moral y se acerca a lo
real, que llega al borde del abismo, sin inquisiciones, un cine posmoderno. Funny Games es una “poesía” a la
violencia pura, es una cinta insoportable que nos dispone a otras formas y un director
con capacidad de no fingir, ser sincero, perturbar conciencias y remover
estómagos. Haneke es particular, un
director sin concesiones, en su recorrido está también La Cinta Blanca, un film que muestra una sociedad enferma dentro de
una moral protestante.
La pianista
es una obra escrita por Elfrid Jelinek (Nobel 2004), la primera que Haneke lleva
al cine; no en su totalidad. Toma la
relación “amorosa” de Erika (Isabelle Huppert) y Walter (Benoît Magimel). La
historia se desarrolla en Viena. La difícil relación-- que en el transcurso se
vuelve aberrante-- que vive Erica y su madre (Annie Girardot) es la primera
puesta en escena y la semilla para el desarrollo de la personalidad anormal de
Erica. Una madre posesiva con una hija que ya bordea los cuarenta es un hecho
suficiente para abordar un personaje particular: Erica es una profesora de
piano rígida y políticamente correcta, pero también es una mujer con
experiencias voyeurísticas, consumidora de cintas pornográficas que llega
incluso a experiencias autopunitivas. Su desdeñable vida se ve interrumpida por
Walter, un pianista que incluso se matricula en sus clases para ganarse a su
maestra, quien al acceder le propone sus
deseos a través de una carta, estropeando así la relación.
Es una forma de contrato, un indicativo del masoquismo
del que escribe Deleuze: “…contratos que
los formalicen, que los verbalicen; y las cosas deben ser dichas, prometidas,
anunciadas, cuidadosamente descriptas antes de consumarse” (Gilles Deleuze. Presentación de Sacher–Masoch. Lo frío y lo cruel. 1967).
Allí una descripción exacta de la carta que Erica le escribe cuidadosamente a
Walter; pero la promesa, el contrato no se consuma, ninguno de los dos puede
ejercer “el amor” a su manera. Walter actúa, inicialmente, con normalidad; pero
Erica pone sus reglas. El contrato fracasa, Walter ve un monstruo (el Bello y
la Bestia). Finalmente (spoiler) a él
no le importa; ella llega a sentir y su sentimiento la lleva a romper el
contrato y someterse ahora a sus condiciones; pero mostrar su malsano lado
sexual le cuesta el interés de Walter, quien finalmente se revela y acaso toma esta
situación como un reto; aunque con una metamorfosis severa: la viola; se
consuma un cumplimiento inesperado y tergiversado de los deseos de Erica.
Al cerrar, ella ve a Walter con otra mujer y se
presenta esa escena antológica que cierra magistralmente Huppert (su actuación le
valió un Cannes) con esa daga que se introduce profundamente en el pecho, pero
sin llegar jamás al corazón. Un simbolismo de la diferencia entre carne y alma.
La música es tratada de manera muy personal: Se
muestra por su ausencia, no es un compensador de las debilidades fotográficas
(según concepción del propio Haneke), se oye solo como parte de la acción. Y es
cierto que a Haneke las imágenes le bastan. Además, hay una muestra de lo que
la sociedad conservadora valora como arte: una pieza tocada sin alma. Los
recitales de Erica son aplaudidos por esa deshumanidad que elige la forma.
La pianista
es un film sincero y provocador
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